En mis frecuentes visitas a restaurantes siempre soy víctima de “pasos en falso” que hacen que mi apreciación por el lugar se vea afectada. A continuación les presento algunos de estos detallitos que pueden ser fácilmente evitados:
Limonadas hechas con concentrado: ¿qué mensaje está dando un restaurant que no puede darse el lujo de exprimir algunos limones al principio de la jornada para poder servir limonadas frescas? Sabemos que el limón exprimido con mucho tiempo de anticipación toma un sabor amargo y al utilizarlo se traduce en “una limonada de club”. Señores, el concentrado Kindy se lo pueden servir a los chamos en los campamentos, exprimir unos limones tarda menos de 3 minutos y no hay nada más desagradable que pagar por una bebida que sabe como la que se vino de vuelta en la lonchera de colegio.
Reciclaje de cubiertos: cuando uno ordena una entrada y un plato principal, al finalizar el primer plato, el mesonero esmeradamente retira los cubiertos del plato y los coloca de nuevo sobre el mantel como si estuvieran pulcros. ¿Será que es muy caro lavar un par de cubiertos? Honestamente me parece más incómodo realizar esta maniobra que simplemente llevárselos y traer otros, o quizás deberían invertir un poco más y comprar un juego de cubiertos adicional.
Agua embotellada: sí, es cierto que el agua no es completamente insabora. Todos hemos percibido en ella un saborcito extraño, también reconocemos rápidamente cuando ha sido hervida. A veces este sabor es algo sin consecuencias, otras es una señal de que nos estamos tomando algo que no es agua potable. Es de suponer que en un restaurant estos problemas no deben suceder. Si es así, ¿por qué nos traen agua embotellada cuando pedimos “un aguita por favor”?. Existen comensales muy exigentes que simplemente tienen que tomarla embotellada, pero el resto de los mortales podemos beber agua del filtro del restaurant conocida como el “Agua de la Casa”, sí, esa misma con la que hacen los jugos, el té frío y hasta cocinan. ¿Será que es una estrategia para abultar la cuenta, o es que el agua que utilizan no se puede tomar?. Particularmente me parece de pésimo gusto que en restaurantes de cierta categoría, traigan botellitas plásticas a la mesa, y que además el mesonero te “mire feo” por pedir agua corriente. Una cosa es una botella de vidrio de agua europea que sea una “pieza de diseño industrial”, y otra son esos envases y marcas apropiados para una panadería o fuente de soda.
Los menús ilegibles (y peor aún, las cuentas): no sólo a los que pasan de los “ticinco”, sino a los pavos y adultos contemporáneos les ha ocurrido cuando en ambientes con muy poca iluminación, los menús y las cuentas vienen impresos en el más tenue tono de gris, que ni bajo la luz de las velas, se pueden descifrar.¿ Será otra estrategia más para reducir costos (en tinta, por supuesto)? o ¿para evitar reclamos?.
Platos agotados sin avisar: mi mamá es una de esas personas que tardan aproximadamente 20 minutos en decidir qué va a comer, y cuando llega el mesonero cambia de opinión. Bueno, imaginen qué pasa si luego de toda esta agonía el señor responde que ese plato no lo tiene. Bueno, confieso que es exasperante que cuando uno ha visualizado en su mente lo que desea comer, llega el mesonero y nos anuncia que “se nos acabó”... ¡Qué de mal gusto!. Deberían prever que hay platos que son más populares que otros y por ende tener una mayor reserva de sus ingredientes, o por lo menos tener la delicadeza de advertir qué platos no están sirviendo, cuando nos entregan la carta. Hay una variación de este error que puede ser más grave que el error mismo, y no es otro que la sustitución de ingredientes. Nada habla peor de un restaurante que ofrece un ingrediente en el menú y luego pone otro en el plato. Cuando esto sucede puede tener dos explicaciones: que el ingrediente se agotó o que están disminuyendo costos. Si la justificación es la primera, se puede advertir que para el plato tal, el ingrediente cual será sustituido. Para la segunda, y la más común, no hay justificación que valga. Es cada vez más común ordenar una ensalada con piñones, higos secos y queso de cabra, y recibir una con maní, pasitas y queso feta. ¿Será que creen que somos tan ignorantes como para no notarlo? O que simplemente no nos quejamos y dejamos que nos sigan metiendo gato por liebre…